El 16 de noviembre de 2025 quedó marcado como la noche en que Tom Cruise, una de las estrellas más emblemáticas de Hollywood, recibió por fin su primera estatuilla dorada. No se trató de un premio competitivo, sino de un Oscar honorífico otorgado durante la gala de los Governors Awards, un reconocimiento que la Academia suele reservar para figuras cuya contribución al arte cinematográfico es incuestionable. Para Cruise, cuyo nombre ha sido sinónimo de cine durante casi 45 años, la distinción llegó como una mezcla de homenaje, justicia histórica y celebración colectiva.
La velada se realizó en el Salón Ray Dolby del Ovation Hollywood, y desde el inicio se sintió el peso simbólico del momento. Cruise, sentado en una mesa que compartió con Alejandro González Iñárritu —el director encargado de entregarle el premio— y con Steven Spielberg, quien lo dirigió en War of the Worlds (2005), recibió una ovación de varios minutos antes incluso de subir al escenario. Entre el público se encontraban grandes figuras como Leonardo DiCaprio, Natalie Portman, Hugh Jackman y Ethan Hawke, artistas que representan distintas generaciones del cine y que reconocieron al unísono la magnitud del homenaje.
Cuando finalmente tomó el micrófono, Cruise abrió con una frase contundente que sintetiza su identidad profesional:
"Hacer películas no es lo que hago, es lo que soy". Lo dijo con una serenidad madura, recordando que su amor por el cine nació incluso antes de su primera memoria consciente.
En su discurso relató que, desde muy joven, las historias en pantalla despertaron en él una "hambre de aventura" y una necesidad profunda de comprender a la humanidad, ingredientes que más tarde lo impulsaron a convertirse en uno de los rostros más reconocibles del cine global.
Como gesto emotivo, pidió a todos quienes han trabajado con él en alguna película que se pusieran de pie. Quiso agradecer a colaboradores visibles e invisibles: directores, dobles de acción, cinematógrafos, guionistas, equipos técnicos y creativos.
"Los llevo conmigo en cada fotograma de cada película que he hecho y que haré", afirmó, lleno de gratitud. Y, con humor, añadió un comentario que arrancó risas: "Ojalá sin muchos más huesos rotos", un guiño a su reputación de realizar sus propias acrobacias —algunas de ellas consideradas las más arriesgadas de la historia del cine comercial.
Este reconocimiento llega tras una carrera extensa que combina éxitos de taquilla, versatilidad actoral y un compromiso casi obsesivo con el espectáculo cinematográfico. Cruise debutó en los años 80 y ascendió rápidamente gracias a películas como Risky Business (1983) y Top Gun (1986), donde su interpretación de Maverick lo catapultó al estrellato internacional. En los 90 demostró que no era solo una cara bonita del cine de acción: títulos como Born on the Fourth of July (1989), Jerry Maguire (1996) y Magnolia (1999) le valieron tres nominaciones al Óscar como actor.
Ya en los 2000, consolidó su figura en el imaginario global con la saga Mission: Impossible, caracterizada por escenas de riesgo real que él mismo ejecutó: saltos en motocicleta al borde del vacío, escaladas sin arnés en el Burj Khalifa, persecuciones aéreas y acrobacias sin doble. Ese compromiso por ofrecer espectáculo auténtico se volvió su marca personal y lo posicionó como uno de los últimos grandes defensores del cine como experiencia colectiva en salas. En 2022, con Top Gun: Maverick, revitalizó la taquilla mundial postpandemia y volvió a ser candidato al Óscar como productor.
Sin embargo, pese a su visibilidad, su constancia y el cariño del público, Cruise nunca logró ganar un premio competitivo. Por eso el Óscar honorífico tiene un sabor especial: reconoce su legado, su disciplina y su impacto transversal en la industria. Para muchos, llega incluso tarde.
La ceremonia también celebró a otras figuras destacadas. Dolly Parton recibió el Oscar humanitario Jean Hersholt por su labor filantrópica, aunque no pudo asistir debido a problemas de salud. La presentación estuvo a cargo de Lily Tomlin, quien compartió anécdotas y elogios sobre la cantante, destacando su autenticidad y su esfuerzo por promover la lectura, apoyar investigaciones médicas y brindar ayuda en desastres naturales.
Asimismo, fueron homenajeados Debbie Allen, coreógrafa y actriz conocida por proyectos como Fame, y Wynn Thomas, diseñador de producción y colaborador habitual de Spike Lee. Estos reconocimientos reforzaron el carácter diverso de la gala, que mezcla trayectoria, impacto cultural y aportes a la industria desde distintos frentes.
Más allá de los premios, los Governors Awards funcionan como un termómetro temprano de la temporada de premios. El evento reunió a varias de las figuras y producciones que buscan presencia en los Oscar 2026. Entre los asistentes destacaron Elle Fanning, Renate Reinsve y Stellan Skarsgård, protagonistas de Sentimental Value, una de las candidatas internacionales más fuertes; el director Ryan Coogler, cuya película Sinners suena como favorita; y el elenco de Wicked: For Good, encabezado por Ariana Grande y Cynthia Erivo.
También hicieron presencia Leonardo DiCaprio y Benicio del Toro, protagonistas de One Battle After Another, lo nuevo de Paul Thomas Anderson, así como Jacob Elordi, quien lidera Frankenstein, la nueva apuesta de Guillermo del Toro.
El ambiente dejó claro que la industria está en ebullición. Pero, aun entre tantas estrellas y proyectos, Tom Cruise fue el corazón emocional de la noche.
A sus 63 años, con cuatro nominaciones en su haber y un catálogo de más de 40 películas, Cruise representa una forma de hacer cine que mezcla disciplina, espectacularidad, narrativa clásica y compromiso con el público.
Su Oscar honorífico no solo celebra su pasado; reafirma su vigencia. Y con un nuevo proyecto junto a González Iñárritu en desarrollo, todo indica que su historia en Hollywood está lejos de terminar.
La 98.ª edición de los Óscar se celebrará el 15 de marzo de 2026. Para entonces, Cruise ya tendrá un lugar asegurado en la historia: no solo como un héroe de acción, sino como un artista que dedicó su vida al cine, literalmente, con cada salto, cada carrera y cada escena a contrarreloj. Su estatuilla no es un cierre, sino un nuevo capítulo.
