¿Jugamos a frenar el cambio climático?
«Los videojuegos son el medio perfecto para transmitir valores. A diferencia de un libro, una canción o un documental, un videojuego hace al jugador protagonista, la interacción es vital», comentó a EFE Josu Cobelo, socio fundador de Jokoga Interactive, una empresa española que ha desarrollado el videojuego «Melting Down».
Consiste en una aventura gráfica que puede descargarse gratuitamente para plataformas móviles y que se inspira en las hazañas del surfista vasco Kepa Acero. Y arranca cuando su embarcación, que ha cabalgado olas remotas de todo el planeta, choca contra un iceberg.
El usuario tendrá que ayudar a Kepa Acero a resolver puzzles que le permitan recuperar su velero al tiempo que descubre cómo las poblaciones del Polo Norte ya sufren las consecuencias del calentamiento global, de forma que se sumerge «en primera persona en situaciones que de otra manera» no conocería, agrega Cobelo.
Una opción distinta para acercarse lúdicamente al mismo problema es «Climate Challenger», un juego gratuito y en línea desarrollado por la BBC británica en el que el internauta se mete en la piel de un ficticio presidente de las naciones europeas.
Su misión consistirá en gestionar los presupuestos de un gobierno verde para reducir las emisiones de gases contaminantes, garantizando los servicios necesarios para la sociedad a través de importaciones y exportaciones, políticas destinadas a los hogares o decisiones sobre las inversiones en energía e industria.
El jugador arranca en 1990 y tendrá que diseñar una economía más ecológica y solidaria mientras mantiene altas cotas de popularidad entre sus votantes y convence a otros países para frenar las emisiones de CO2; un ejemplo de los malabarismos de los gobernantes para exigir esfuerzos medioambientales sin que sus ciudadanos desaprueben su gestión.
En la misma longitud de onda, «Plan it Green» de National Geographic invita al usuario a diseñar una ciudad verde, gestionando los recursos ecológicos, la planificación urbanística y la creación de empleos ecológicos.
Se trata de un videojuego al estilo del clásico «Sim City» y similar también a «ElectroCity», una propuesta neozelandesa concebida como material lúdico de apoyo a los maestros.
Otra divertida alternativa es ayudar al «Capitán Clean» a descontaminar «Cleanopolis» con pequeños juegos en 3D en cada barrio de la ciudad, o «El camino a Luma», donde el héroe SAM necesitará colaboración para liberar fuentes de energía limpia en toda la galaxia.
Para jugar a reducir emisiones contaminantes con un toque más nostálgico se puede recurrir al videojuego gratuito de la NASA «Gas Attack», que rejuvenece el añejo «Arkanoid» y propone «rebotar»el CO2 para destruir la barrera del cambio climático.
En esa línea, retomando estructuras de juegos que se hicieron populares el pasado siglo, se sitúa también Capman, que recupera el clásico «comecocos» para devorar gases de efecto invernadero en la pantalla del ordenador.
Lanzado por Carbon Market Watch y Pixel Imact durante la presente cumbre del clima, Capman tendrá que comerse bolitas de dióxido de carbono desde el Ártico a ciudades contaminadas para concienciar sobre la necesidad de limitar el aumento de las temperaturas a 1,5 grados centígrados con respecto a 2100.