Campamento noruego permite a jóvenes ser refugiados por un fin de semana
Una asociación noruega organiza a las afueras de Oslo campamentos de fin de semana en los que los jóvenes viven en primera persona la experiencia de ser solicitantes de asilo, una iniciativa que ha ganado actualidad en los últimos meses con la crisis de refugiados en toda Europa.
«Camp Refugee» simula un viaje desde Sudán a Noruega en el que los participantes, de entre 13 y 20 años, deben solicitar permisos de viaje, cruzar puestos fronterizos, pernoctar en un campamento, enfrentarse a la burocracia noruega y vivir en un centro para refugiados a través de un juego de rol.
«El objetivo pedagógico es darle una experiencia realista, aunque simplificada, de los problemas que afrontan los refugiados. A través del juego deben tomar decisiones individuales y en grupo, y luego asumir las consecuencias», explica a Efe Kenneth Johansen, director de «Refugee Norge», entidad impulsora del campamento.
Los participantes «sienten en su cuerpo» lo que significa enfrentarse a la burocracia, la corrupción y la persecución a través de un juego que no escatima dureza física ni mental, aunque existe la posibilidad de tomarse una pausa o retirarse a través del uso de un código verbal, si se considera necesario.
«Trabajamos para cambiar actitudes y a través del juego de rol impulsar una mayor tolerancia», afirma Johansen, que recuerda que el grupo nació en 2004 con el propósito de llamar la atención sobre el problema de los refugiados y luchar contra la xenofobia y el racismo entre los jóvenes noruegos.
Desde su creación han impulsado campamentos de fin de semana en el primer semestre del año con una media anual de 5.000 asistentes, la cifra máxima que puede asumir una iniciativa en la que todos los que intervienen en la organización son voluntarios.
Al igual que en muchos otros países europeos, la cuestión de los refugiados ha ocupado un papel destacado en el último año en Noruega, cuyo gobierno ha restablecido los controles fronterizos y ha recortado ayudas para frenar la llegada de solicitantes de asilo.
La crisis de los refugiados ha coincidido con un mayor aumento de la demanda de plazas para el campamento, que ya casi tiene cubierto el cupo para 2017, señala Johansen, que resalta el carácter no político de la iniciativa.
«Camp Refugee no tiene una agenda política. Para nosotros es importante que cada participante se forme una opinión sobre qué significa ser refugiado. Por eso usamos el método de aprendizaje por los hechos», explica.
Las respuestas que la organización recibe de los participantes tras pasar la experiencia son mayormente positivas, asegura Johansen.
Aunque muchos admiten que no lo volverían a hacer, gran parte de los voluntarios son antiguos participantes.