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Mujer de hoy, en todo y para todo


«En todo momento de mi vida hay una mujer que me lleva de la mano en las tinieblas, de una realidad que las mujeres conocen mejor que los hombres, y en las cuales se orientan mejor con menos luces», así pensaba Gabriel García Márquez sobre nosotras.

El conocido escritor colombiano no se equivocó. La mujer de hoy enfrenta a la vida en una sociedad injusta, sin tener los mismos derechos que el hombre, y recibiendo maltratos. Es el pilar de los hogares, trabaja, cuida de la casa y atiende a los niños.

Fuimos beneficiadas con un don, dicen por ahí. Estudios científicos afirman que podemos realizar dos actividades a la vez. Nuestro cerebro está preparado para ello. El neurólogo Roger Gorski, de la Universidad de California, confirmó que el cerebro de una mujer tiene un cuerpo calloso más grueso que el del hombre.

Es por eso que cuenta con 30% más de conexiones entre los hemisferios que él. También demostró que el hombre y la mujer utilizan diferentes zonas cerebrales para realizar una misma tarea.

Las investigaciones revelan, además, que el estrógeno (hormona femenina), impulsa a las células nerviosas a establecer más conexiones entre los dos hemisferios cerebrales. Y a más conexiones, más fluidez en el habla.

Este hecho también es el responsable de la habilidad que muestra el sexo femenino para llevar a cabo dos tareas que no están relacionadas. De igual forma, pone sobre la mesa hechos a los que comúnmente se los llama: ‘intuición femenina’. Tiene mayor percepción sensorial, por tanto, cuenta con más número de conexiones de fibras que facilitan la transmisión de información entre los hemisferios. Esto permite que emita juicios precisos sobre personas y situaciones a nivel intuitivo.

Bien, demostrado que somos muy diferentes a los hombres ahora contemos qué hacemos, quiénes somos, y a dónde vamos.

En el pasado que una mujer salga del sometimiento y luche por sus ideales era causante de herejía. Este es el caso de Juana de Arco, quién a pesar de haber asumido el mando del ejército real Galo durante el reinado de Carlos VII, murió en la hoguera en 1431. Y 500 años después (1920) fue nombrada santa por el papa Benedicto XV.

La infidelidad o su sospecha tampoco pasaban desapercibidas en tiempos remotos, donde la mujer solo podía cumplir las tareas de esposa fiel, obediente y madre. Ana Bolena, quien fue la mujer del rey de Inglaterra, Enrique VIII, murió decapitada por una acusación de adulterio de parte de su marido.

En la ciencia se destacó Marie Curie. Pionera en el estudio de la radiactividad, obtuvo dos premios Nobel. Dio nombre a un elemento químico. Y quién no ha oído sobre Mata Hari, que gracias a su seducción pudo trabajar como espía de los franceses para el gobierno alemán. Un tribunal de Francia ordenó su fusilamiento.

Shuttesrstock

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En el mundo de hoy

Mabel Bianco, médica y presidenta de la Fundación para Estudio e Investigación de la Mujer, en un artículo de opinión, expone: “tradicionalmente, la identidad femenina estaba asociada principalmente a la maternidad. Esto desde hace años empezó a cambiar, pero aún falta mucho. Todavía siguen siendo las mujeres las principales responsables de las tareas del hogar y, especialmente, del cuidado de los hijos y de los enfermos o discapacitados”.

Bianco explica que si bien “nacemos con un cierto sexo, esta característica biológica de los cuerpos no nos convierte automáticamente mujeres, aprendemos a serlo. Ser mujer -o ser varón- es una construcción atravesada por procesos culturales y sociales”.

En general, de nosotras todavía se espera que seamos delicadas y obedientes, y que durante la adultez nos casemos, tengamos hijos y asumamos la mayoría de los quehaceres domésticos, incluidas la crianza de los niños y el cuidado de adultos mayores.

Las mujeres somos educadoras por naturaleza, creativas y con gran capacidad artística, pero pocas veces podemos ejercer esto porque la sociedad nos hace restringirnos a los roles tradicionales. “Ese mandato social es tan fuerte que para lograr éxito en otros campos hay que ser, en alguna medida, transgresoras: no casarnos, no ser madres o quebrar modelos y ser mal vistas”, afirma Bianco.

Con el tiempo creemos que esto cambió, pero lamentablemente no es así. Seguimos siendo vistas como el mal llamado sexo débil y en muchos países aún somos consideradas como un objeto. Las más vulnerables son las más jóvenes, las más pobres, las migrantes, las rurales…

En un mundo que evoluciona día a día existe la ablación, los matrimonios de niñas, el uso de vestimenta específica que tapa la mayor parte del cuerpo y rostro, no se tiene opinión, no se puede participar en concursos de belleza. Cuando somos violentadas o asesinadas se justifica el crimen al decir que la víctima vestía así, caminaba así, iba sola por lugares oscuros, bebía, o bailaba sola en un bar. ¡No hay libertad!

Las mujeres actuales somos consideradas totalmente multifuncionales; además de labores de madre y esposa, como es el caso de miles, nos desempeñamos como jefas del hogar y sustentadoras de una familia. Usamos más cerebro para almacenar y razonar información, mientras que el espacio cerebral del hombre, para los mismos fines, es sólo de la mitad.

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Las mujeres tienen menos accidentes, al tener un mejor sentido de la orientación, más reflejos y más velocidad para procesar información. Tienen un gran gusto artístico, son más receptivas y sienten más que los hombres.

En la actualidad no se puede hablar de un tipo de mujer sedentaria, sino que se habla de una generación nueva de seres activos y autónomos. El sexo femenino se enfrenta a realidades muy diversas según la cultura, zona geográfica o situación social en la que se encuentra.

Hoy por hoy la presencia femenina se destaca en altos cargos ejecutivos, o en la política. Manejamos o somos representantes de países que son potencias mundiales, como Ángela Merkel, la canciller de Alemania. La prensa europea la ha comparado con la ex primera ministra británica Margaret Thatcher. Ambas forman parte de partidos de derecha y su formación es científica. Por ello, algunos la llaman la Dama de Hierro.

Si de demostrar se trata, lo está. La mujer puede todo y está preparada para todo. Solo necesita un mundo más justo, menos violencia, más respeto a sus derechos, y que le den las oportunidades que aún siguen siendo exclusivas del hombre.



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