Tipo de personalidad teatral y trastorno histriónico
Todos hemos conocido a personas a las que les gusta ser observadas, ser el centro de la atención y el alma de la fiesta. ¿Hasta qué punto estos comportamientos son sanos y cuando llegan a la patología?
El tipo de personalidad teatral es simplemente un grupo de rasgos predominantes que tienden a manejarse mucho con el sentimiento con el cual tiñen la vida de todo los que les rodean.
Cuando poseen un gran talento, transforman la emoción humana en la forma artística más elevada. Incluso en la vida cotidiana, el ingenio que tienen, su sentido de la belleza, sus risas y su sensualidad son capaces de levantar el ánimo a todos los desconocidos que pueden estar en una habitación.
Este tipo de personas consideran que el mundo es un escenario. La vida nunca es aburrida para ellos, como tampoco lo es para quienes conviven con ellos. Su mundo está lleno de emociones y en su existencia siempre se observan.
Los siete rasgos y conductas siguientes denotan la presencia del tipo teatral de personalidad. El individuo con una marcada tendencia teatral exhibirá más conductas que las que se mencionan a continuación, y más intensamente, que el resto.
Sentimientos: Los teatrales viven en un mundo de emociones. Se guían por sensaciones, demuestran lo que sienten y son físicamente cariñosos. Frente a cualquier hecho reaccionan emotivamente, y pueden cambiar rápidamente de un estado anímico a otro.
Color: Son efusivos y viven la vida con avidez. Poseen una rica imaginación, relatan historias entretenidas y son propensos al romance y al melodrama.
Espontaneidad: Son activos y entretenidos. La alegría de vivir los lleva a obrar por impulsos y a sacar provecho del momento.
Atención: Les gusta que la gente los vea y los mire, y cuando todos los ojos convergen sobre ellos, aprovechan la situación.
Aplausos: Los elogios y cumplidos, como el agua y el alimento, son elementos esenciales en su vida.
Buena apariencia: Se preocupan mucho por el aspecto personal; les gusta la ropa, la elegancia, la moda.
Atracción sexual: Ya sea en su apariencia o en su conducta, el teatral se gratifica con su sexualidad. Es seductor, simpático, encantador.
Cuando estos rasgos llegan a ser exagerados y producen malestar a las personas que están alrededor y a la persona que lo vive, entramos dentro en el ámbito de un trastorno de personalidad. Los trastornos de personalidad son rasgos dañinos que se proyectan en los vínculos interpersonales generando problemas en las relaciones afectivas. En este caso, el exceso patológico de la personalidad teatral, cae en un trastorno de personalidad histriónico.
Cabe recalcar, antes de hablar de este trastorno, que en grados bajos todos tenemos rasgos de distintas personalidades, sin que por esto sea patológico. Se vuelve patológico cuando esto afecta a la persona y a las personas que le rodean, cuando se vuelve una conducta rígida.
Características:
– Excitables y emotivas y se comportan de manera pintoresca, dramática.
– Emocionalidad y búsqueda exagerada de atención.
– Demandan apoyo, atención, y alabanza por parte de los demás, sintiéndose incómodos cuando no son el centro de atención.
– Son típicos los cambios de humor y la escasa tolerancia a la frustración, sus relaciones interpersonales son tormentosas.
– Representación de su papel, teatralidad y expresión exagerada de las emociones, sugestionabilidad.
– Afectividad superficial.
– Preocupación excesiva por el aspecto físico.
– Considera a sus relaciones más intimas de lo que son en realidad.
– Culpan a otras personas de sus fracasos o decepciones.
– Búsqueda constante de confianza o aprobación.
– Crear ambientes de reproches, gritos, culpas de forma exagerada.
– Magnifica los acontecimientos.
– Produce escenas de llanto o risa exagerada.
– Estas personas pueden cambiar de trabajo frecuentemente, ya que se aburren con facilidad y tienen dificultades para hacer frente a la frustración (depresión).
– Baja tolerancia ante la frustración o la demora en la gratificación.
– Estados emocionales rápidamente cambiantes.
– Crónica necesidad de estimulación y atención se traduce en que mantengan relaciones interpersonales seductoras.
– Son incapaces de tener una concentración intelectual intensa o coherente, lo que los llevaría a ser en general de distracción fácil.
– Poca conciencia de sus verdaderos sentimientos, son incapaces de explicar sus motivaciones.
Causas:
La causa de este trastorno es todavía desconocida, sin embargo, los acontecimientos de la infancia y la genética pueden jugar algún papel en su aparición.
Las personas que lo padecen generalmente están en capacidad de desenvolverse en un alto nivel y son exitosos tanto social como laboralmente.
Un modelo familiar en el que se premia un comportamiento llamativo, en el que se valora el aspecto físico de la persona y su capacidad de hacerse notar. El refuerzo positivo de estas actitudes les estimula.
Excesiva presión de los padres para que los hijos sobresalgan y tengan éxito.
Estrategia adaptativa para relacionarse con el medio (Beck).
Influencia externa del medio en el que se premia conductas seductoras y superficiales.
Al relacionarlo con la histeria, se puede creer que una falta de satisfacción sexual general un comportamiento llamativo y a veces histriónico.
La falta de placer y de realizar actividades que le den placer a la persona y que le gratifiquen realmente por lo que busca refuerzo en otras personas.
Tratamiento:
Apoyo en la generación de nuevas herramientas de adaptación al medio. Observar el comportamiento desadaptativo para moldearlo. Evocación de situaciones de la niñez y su replanteamiento. Encontrar los pensamientos nucleares de la persona que mueven su personalidad. Manejo de la emotividad, ayudarles a pensar de forma más práctica. Análisis de las condiciones vitales, aceptación del placer, realización de este. Aceptación.
En conclusión todos tenemos variados rasgos y eso enriquece a la interacción humana, sin embargo, hay que tener cuidado de no llevarlos al extremo porque en ese caso ya se convierten en un problema. Esto puede generar conflictos en la forma en la que nos relacionamos con el resto, y en la dinámica afectiva.
Bibliografía
– Barlon Duran. Psicopatología Anormal. Thomson
– Beck. Terapia Cognitiva de los Trastornos de Personalidad. 1995