Desorden: más allá del caos

¿Eres desordenado? La psicología tiene una explicación reveladora

Ser desorganizado no siempre implica pereza. La psicología revela que el desorden puede estar vinculado con creatividad, ansiedad, o incluso trastornos del neurodesarrollo.

¿Tienes montones de ropa acumulada, tu escritorio lleno de papeles y te cuesta seguir rutinas? Podrías pensar que simplemente eres desorganizado, pero según la psicología, este comportamiento puede tener explicaciones más profundas.


Aunque muchas veces se relaciona el desorden con la pereza o la falta de compromiso, los expertos afirman que hay múltiples razones detrás de una conducta desorganizada. A continuación, te explicamos algunas de las más relevantes:


1. Rasgos de personalidad creativa


Las personas creativas suelen tener procesos mentales no lineales. Su entorno caótico puede ser una expresión de su pensamiento divergente. Para ellos, el orden rígido puede sentirse limitante.


2. Déficit de atención o TDAH


El Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad se manifiesta frecuentemente con desorganización, dificultad para planificar, perder objetos o no terminar tareas. No se trata de falta de voluntad, sino de una condición neurológica.


3. Ansiedad o depresión


Quienes enfrentan trastornos de salud mental a menudo carecen de la energía para mantener sus espacios en orden. El desorden se convierte en un reflejo del caos interno que experimentan.


4. Estilos de crianza o costumbres aprendidas


Algunas personas nunca fueron educadas en hábitos de organización. Otras crecieron en ambientes donde el desorden era la norma. Lo aprendido se replica sin cuestionamiento.


5. Estrés crónico o sobrecarga emocional


En contextos de alta exigencia, el cerebro prioriza tareas urgentes y deja de lado lo cotidiano, como ordenar. El resultado es un entorno físico desorganizado como consecuencia de una carga mental excesiva.


Lejos de ser un simple hábito, la desorganización puede ser una señal de alerta o una característica particular. Identificar su causa es clave para abordarla de forma efectiva y sin culpa. El orden, al final, también empieza en la mente.