En Café FM Mundo, en entrevista con el psicólogo clínico Mauricio Batallas se centró en un tema que atraviesa a casi todos: la frustración y la dificultad para mantener la automotivación en un mundo saturado de expectativas. Desde su enfoque cognitivo conductual y sistémico humanista, el especialista explicó por qué tantas personas se sienten agotadas, comparándose con otros y sintiendo que nunca es suficiente.
Mauricio parte de una idea clave: la frustración no es fracaso, sino la brecha entre lo que una persona esperaba que ocurriera y lo que realmente pasa. Cuando la realidad no coincide con ese ideal, aparece la sensación de malestar, enojo o vacío. Esto se ve en la crianza, en el trabajo, en las metas personales y, hoy más que nunca, en la comparación constante que generan las redes sociales.
El psicólogo diferencia la motivación intrínseca y extrínseca. La primera está relacionada con el sentido interno de lo que se hace: el disfrute, el propósito, la coherencia con los propios valores. La segunda se apoya en recompensas externas: dinero, reconocimiento, resultados visibles.
En trabajos muy rutinarios, el salario puede funcionar como incentivo por un tiempo. Sin embargo, en artistas o personas creativas, el verdadero motor suele ser el reconocimiento y el significado de lo que hacen, más que la cifra del cheque.
Uno de los puntos más potentes de la entrevista es la relación entre expectativas irreales y frustración crónica. Las redes sociales muestran vidas aspiracionales, éxitos rápidos y logros constantes que muchas veces no están al alcance real de la mayoría. Cuando una persona vive corriendo detrás de una "zanahoria" inalcanzable, termina atrapada en una vida que siente vacía, por más que logre cosas objetivamente valiosas.
Para salir de ese ciclo, Batallas propone varias claves concretas:
- Volver al presente y a la propia "eternidad diaria"
Él plantea que el futuro no está escrito; lo único que se construye es el pasado, con cada paso que damos. La invitación es a vivir intensamente desde que se abren los ojos hasta que se cierran en la noche, conectando con lo que sí está al alcance hoy. - Ajustar expectativas a los propios alcances reales
Preguntarse con honestidad: ¿qué puedo?, ¿qué no puedo?, ¿en qué soy fantástico y en qué soy terrible? Esa claridad ayuda a alinear realidad y expectativas, reduciendo la frustración. - Ponerse metas pequeñas y celebrarlas
En lugar de listas imposibles el 1 de enero, propone objetivos cortos, alcanzables y progresivos: hoy caminar 500 metros, en tres meses llegar a 5 km. Cada logro se celebra, en lugar de vivir en deuda con uno mismo. - Aceptar ayuda y buscar un "tercero imparcial"
Cuando alguien siente que no tiene ganas de levantarse de la cama, que nada motiva y que la vida perdió sentido, el primer paso es pedir ayuda. Puede ser un profesional o una persona de confianza que funcione como "cable a tierra" y ofrezca una mirada externa cuando la mente se queda atrapada en la desesperanza. - Diferenciar acción vacía de acción con sentido
Hacer ejercicio, salir a caminar o "ponerle ganas" sirve, pero solo si se conecta con un pensamiento previo: ¿para qué hago esto?, ¿qué quiero lograr con este acto?
Finalmente, Mauricio recuerda que la tolerancia a la frustración se aprende desde la infancia, pero siempre puede entrenarse en la adultez. Soltar la ilusión de control absoluto, aceptar límites y volver al propio ritmo son pasos fundamentales para dejar de vivir agotados y empezar a construir una motivación más honesta y sostenible.

